Encontrar a Dios yéndose a un monasterio es una cosa bastante trivial. Pero encontrar a Dios yéndose con tu propia mujer, con Micheline, precisamente la misma que acaba de echarte a perder el filete de ternera, eso sigue siendo algo inexplicable
Prometo una comentario largo sobre este provocador, divertido, apasionante libro.