miércoles, 11 de noviembre de 2015

La triste historia de Caterina Martinelli

En el librito "La ópera como teatro cantado" me encuentro la triste historia de Caterina Martinelli, y me ha evocado aquél poema de Enrique Andrés Ruiz titulado "Las niñas de Túnez" en el que pide al Pastor que se acuerde de "Rogata y Crispina, por sus horas exactas".


Los preparativos para el ensayo y primera representación de L’Arianna se vieron perturbados por dificultades artísticas y prácticas. El más grave afectó a Caterina Martinelli, llamada a la Corte de Mantua desde Roma cuando tenía trece años. A su llegada a la corte en 1603, se alojó primero con la familia Monteverdi; hacia 1608, el talento desplegado era tal que le fue encomendado el papel protagonista, el de Ariadna. Cuando estaba estudiando su papel, contrajo la viruela. La enfermedad se agravó y a principios de marzo Caterina murió. Tres meses más tarde, para el día del estreno de L’Arianna, Virginia Andreini, miembro de una troupe de actores de visita en Mantua, tuvo que aprender el papel. En tanto que actriz profesional con capacidades vocales, Virginia estaba preparada para saltar al primer plano. En efecto, sus habilidades dramáticas y musicales evocaron no solo la triste vida de la Ariadna mitológica, sino también la tragedia palpable de la joven protegida del compositor, la cual había sido, como todo el público sabía, la destinada a cantar el papel. Como un observador escribió entonces:
El trabajo fue muy bello en sí mismo y gracias a los personajes que participaron. Fue interpretado tanto por hombres como por mujeres excelentes en el arte del canto; todas las voces tuvieron un éxito extraordinario. Y el lamento que Ariadna canta en la roca en la que ha sido abandona por Teseo fue interpretado con tanta emoción y patetismo que nadie que lo escuchase quedó incólume, no hubo mujer que no derramase alguna lágrima.

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