CHICAS INTERESANTES EN TU ZONA. Bueno, más bien, en tu estantería. Porque aquí de lo que se trata es de compartir una lista de mujeres de ficción que me resultan especialmente interesantes. Mejor dicho, «personajes de ficción muy bien construidos». Mujeres cuya imagen ha sido ideada, descrita y expresada por el escritor, pero completada por este lector. Porque a saber cómo te imaginas tú a Sonia Semenovna Marmeládov o a Ana Ozores.
Tampoco quiero que este espacio sea una conversación de barra de bar, consciente de que hay una línea delgada entre la ordinariez y el asombro ante la creación. Por ello, utilizaré un criterio científico gracias a Robertson Davies en Ángeles rebeldes. Esta magnífica novela de campus contiene el desarrollo de «la escala Rushton»:
–Es despampanante ¿verdad? –Dijo Urky a Arthur, pero sin perder de vista a Hollier–. Dígame, por pura curiosidad, ¿en qué lugar de la escala Rushton la situaría?
Nos quedamos todos con cara de pasmo.
–La conocerá, sin duda, ¿no? ¡La que ideó W.A.H. Rushton, el gran matemático de Cambridge! Bueno, consiste en lo siguiente: se reconoce a Elena de Troya como el absoluto de la belleza femenina y sabemos, basándonos en la autoridad de un poeta, que su rostro lanzó mil naves a la mar. Es evidente que «rostro» implica a la mujer completa. Así pues, llamemos Elena al rostro que lanza mil naves a la mar, pero, ¿qué es el rostro que sólo lanza una? Evidentemente, un milielena. Entre esos dos rostros, tiene que haber una escala para todos los demás que aspiren a la belleza en la medida que sea. Garbo, pongamos por caso: 750 milielenas, probablemente, porque, a pesar de la exquisitez del rostro, es ceceña de figura y tiene los pies grandes. Sin embargo, María me ha parecido una maravilla en todos los aspectos que he tenido el placer de observarla, y está claro que no se viste para esconder defectos. Así pues, ¿qué decimos? Por mi parte, daría a María 850 milielenas. ¿Alguien da más? ¿qué dice usted Arthur?
–Yo diría que es amiga mía y que no tengo por costumbre poner nota a mis amistades–Dijo Arthur.
–¡Oh Arthur, qué insulso! No hay que pisotear el nombre de las señoras, ¿eh?
–Llámelo como guste –dijo Arthur–. Sencillamente me parece que hay una diferencia entre una estatua y una mujer a la que conozco personalmente.
– ¡Y vive la différence!– exclamó Urky.
Una vez que hemos acordado la unidad de medida, vamos con el top ten:
1. El número uno indiscutible es para María Magdalena Theotoky, la interesantísima estudiante de doctorado de Ángeles rebeldes de Robertson Davies (Libros del Asteroide). Mantiene una apasionante batalla interior entre su origen (su raíz) y lo que anhela ser (su copa). «¿Ah, qué joya de nombre!¡una flor en la boca!». Ya hemos visto que Urky le daría 850 milielenas, pero Arthur, que está perdidamente enamorado de ella, no dudaría en 1 Elena.
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