Espantados del golazo cultural que nos han colado del Halloween, vergüenza de nuestra identidad, si es que existiera, decidimos terminar el sábado viendo una película italiana: "por favor, una que se vea Roma", dijo Roci antes de elegir el título.
"Vacaciones de ferragosto" fue su elegida, cuyo título original es mucho más adecuado "Pranzo de ferragosto" (hace referencia a la fiesta del 15 de agosto en honor a la Virgen y de fin de las tareas agrícolas).
Gianni es un romano de Trastevere. En este punto dejé de leer el resumen que acompaña cada contraportada de los dvd. Ya me había cautivado. No es lo mismo ser un romano de Trastevere, que un madrileño de Las Rozas. No, no es lo mismo. Y es una gran injusticia. ¡Yo quiero ser un romano de Trastevere!
Como la realidad es testaruda, me conformo con Gianni, que hemos quedado que es un romano de trastevere, que vive en la casa familiar cuidando de su madre, viuda. El casero, al que deben más de una mensualidad, le propone que si se queda con su madre unos días de agosto, le perdona el deshaucio inminente. Pero no sólo es su madre, sino además una tía. El lote completo, al que se suma la madre de un amigo médico, que tiene noches de guardia, y cuya asistenta rumana se ha despedido.
Y esta es la esencia de "Vacaciones de ferragosto", bueno "Pranzo de ferragosto", mejor, que la peli es deliciosa en versión original.
El argumento me parece cautivador. Idea que se reafirma en el tono naturalista de la película. Contiene unos diálogos enternecedores. Pero no está ahí exactamente lo que me atrapó. Está en Gianni. Ahí vemos al bueno de Gianni con cuatro afables viejecitas. ¿Qué coño hace ese tío con ese panorama? ¿Por qué no se echa las manos a la cabeza?
En Gianni se ve alguien lleno de alegría deuteronómica. De él no sabemos mucho. Sí, cuenta su madre que tuvo amistades, pero no llegaron a buen puerto. Es un excelente cocinero, pero no sabemos si ese era su oficio. Pero es alguien con plena disponibilidad. Ante la realidad no huye, no la esquiva. Seguro que desea otra realidad, pero acepta la que tiene como regalo. Y le saca el jugo. Y las conversaciones cotidianas con el Vikingo en la puerta de la bodega se tornan en deliciosas. Y el vino es el mejor, y es un pecado mezclarlo con el agua. Y la pasta al forno está mejor con las indicaciones de la tia María, y...
Lejos, muy lejos está su autoafirmación. Gianni es un ser con otros para los demás.
Pd: este post se lo dedico a mi amiga bloggera Ana, a la que no le gustan que las películas, novelas, y cualquier historia de ficción o no, no contengan una historia de amor. Esta no la tiene, y podría ser una excepción de su regla.
"Vacaciones de ferragosto" fue su elegida, cuyo título original es mucho más adecuado "Pranzo de ferragosto" (hace referencia a la fiesta del 15 de agosto en honor a la Virgen y de fin de las tareas agrícolas).
Gianni es un romano de Trastevere. En este punto dejé de leer el resumen que acompaña cada contraportada de los dvd. Ya me había cautivado. No es lo mismo ser un romano de Trastevere, que un madrileño de Las Rozas. No, no es lo mismo. Y es una gran injusticia. ¡Yo quiero ser un romano de Trastevere!
Como la realidad es testaruda, me conformo con Gianni, que hemos quedado que es un romano de trastevere, que vive en la casa familiar cuidando de su madre, viuda. El casero, al que deben más de una mensualidad, le propone que si se queda con su madre unos días de agosto, le perdona el deshaucio inminente. Pero no sólo es su madre, sino además una tía. El lote completo, al que se suma la madre de un amigo médico, que tiene noches de guardia, y cuya asistenta rumana se ha despedido.
Y esta es la esencia de "Vacaciones de ferragosto", bueno "Pranzo de ferragosto", mejor, que la peli es deliciosa en versión original.
El argumento me parece cautivador. Idea que se reafirma en el tono naturalista de la película. Contiene unos diálogos enternecedores. Pero no está ahí exactamente lo que me atrapó. Está en Gianni. Ahí vemos al bueno de Gianni con cuatro afables viejecitas. ¿Qué coño hace ese tío con ese panorama? ¿Por qué no se echa las manos a la cabeza?
En Gianni se ve alguien lleno de alegría deuteronómica. De él no sabemos mucho. Sí, cuenta su madre que tuvo amistades, pero no llegaron a buen puerto. Es un excelente cocinero, pero no sabemos si ese era su oficio. Pero es alguien con plena disponibilidad. Ante la realidad no huye, no la esquiva. Seguro que desea otra realidad, pero acepta la que tiene como regalo. Y le saca el jugo. Y las conversaciones cotidianas con el Vikingo en la puerta de la bodega se tornan en deliciosas. Y el vino es el mejor, y es un pecado mezclarlo con el agua. Y la pasta al forno está mejor con las indicaciones de la tia María, y...
Lejos, muy lejos está su autoafirmación. Gianni es un ser con otros para los demás.
Pd: este post se lo dedico a mi amiga bloggera Ana, a la que no le gustan que las películas, novelas, y cualquier historia de ficción o no, no contengan una historia de amor. Esta no la tiene, y podría ser una excepción de su regla.
Gracias Pablo!! Sí, esta película podría ser la excepción que confirma la regla. No hay regla sin excepción, ahora que lo pienso, y es justo la excepcion la que la confirma. Vamos, que voy a ver la peli en cuanto pueda... si sale Roma, no hay dudas, y si os ha gustado a vosotros, menos.
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