La calle de Martín Fierro se llenó de repente de una leve brisa que arrastró un buen manojo de briznas blancas.
Una pareja caminaba por la acera sonriente, envuelta en el simulacro de suave nevada.
Claro! Me dije. Ya llega la primavera. El polen, la nueva vida, las semillitas, las sonrisas. El cambio climático tiene sus ventajas.
Semáforo verde. Estas pequeñas escenas amenizan las esperas en el coche.
Unos metros más adelante, una paloma yacía abatida en medio del asfalto. Mientras, su plumaje se perdía por el viento, cada vez más enérgico, simulando al pollero de mi barrio (n. del a.: que se llama Paco).
Un claxon era lo que faltaba, pero el conductor del siguiente coche me ahorró el lugar común.
Hola, Pavel.
ResponderEliminarAsí leído, parece que os daba risa la muerte de la paloma.
Me parece oportuno el comentario de Fernando y quito la última frase para evitar malentendidos
ResponderEliminar¡¡Mucho mejor así!!
ResponderEliminarGracias.
Se agradecen las aportaciones!
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