De las once horas que me pasé en urgencias del hospital la noche pasada debería escribir un largo post. Pero precisamente el dolor que me llevó allí me lo impide.
Pero valieron la pena por una conversación que escuché a mi compañero de asiento en la sala de espera. La reproduzco tal como la recuerdo, era por teléfono así que sólo tengo la parte del enfermo:
- Oye, que tienen un pulmón para mí...
- Quieto, quieto parao, que dicen que lo tienen pero que faltan unas pruebas...
- Pero que casi seguro, y estoy aquí por eso...
Casi nada. Imagino los botes, lágrimas y gritos de felicidad en el otro lado de la línea.
viernes, 24 de julio de 2009
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