Y dale, vaya semanita. Otra vez de urgencias, pero ahora de acompañante.
Pero las once horas de urgencias del otro día dan para mucho.
Fundamentalmente me fui con complejo de sospechoso.
Cuando al cabo de siete horas de espera, escuché mi nombre, entré en la consulta 2.
Allí me esperaba la doctora (no está bien decir por internet los nombres). "¡Más joven que yo y mujer!" (mierda, tendré que reflexionar este comentario que ha sonado fatal pero es lo que pensé al entrar y verla).
No me salía llamarla de usted, así que opté por el solidario tuteo. Solidario porque somos ambos miembros de lo que se llama juventud (eso es lo que yo me creo).
Y comenzó lo peor
"A ver, cuenteme que le pasa" (imaginen tono paciente)
Empiezo a relatarle las dos últimas semanas que parecía que me había ido tomando a razón de siete gin tonics por noche. Mareos, vértigos, cefaleas (uno tiene ya vocabulario del que se gastan estos chorbos de la bata blanca).
Veo que deja de teclear (iba bastante lenta, es lo que pasa por teclear con los índices, que además de parecer lela vas lenta escribiendo). Y me dice "a ver aver, pero no había dicho que hace una semana que se empezó a sentir mal?". "Pues ya te he dicho que no, que empecé hace dos semanas", y al rato "pero ¿cuando se le nubló la vista?". "no mira, no te he dicho en ningún momento que se me nublara la vista".
En ese momento me convertí en el sospechoso al que en comisaría le toman declaración. Al tipo que le empiezan a coger en contradicciones, o que cuya coartada empieza a tambalearse.
Por fin terminó el interrogatorio, y como colofón, a parte de preguntarme si tomaba drogas, "pues no", dije muy digno, comenzó una gymkana: "toquese la nariz", "hinche los carrillos", "camine en línea recta". Qué juerga. A las 2 de la mañana allí, con los carrillos hinchados (no busquen doble sentido).
Luego vinieron más aventuras, pero eso lo dejo para otro post
Pero las once horas de urgencias del otro día dan para mucho.
Fundamentalmente me fui con complejo de sospechoso.
Cuando al cabo de siete horas de espera, escuché mi nombre, entré en la consulta 2.
Allí me esperaba la doctora (no está bien decir por internet los nombres). "¡Más joven que yo y mujer!" (mierda, tendré que reflexionar este comentario que ha sonado fatal pero es lo que pensé al entrar y verla).
No me salía llamarla de usted, así que opté por el solidario tuteo. Solidario porque somos ambos miembros de lo que se llama juventud (eso es lo que yo me creo).
Y comenzó lo peor
"A ver, cuenteme que le pasa" (imaginen tono paciente)
Empiezo a relatarle las dos últimas semanas que parecía que me había ido tomando a razón de siete gin tonics por noche. Mareos, vértigos, cefaleas (uno tiene ya vocabulario del que se gastan estos chorbos de la bata blanca).
Veo que deja de teclear (iba bastante lenta, es lo que pasa por teclear con los índices, que además de parecer lela vas lenta escribiendo). Y me dice "a ver aver, pero no había dicho que hace una semana que se empezó a sentir mal?". "Pues ya te he dicho que no, que empecé hace dos semanas", y al rato "pero ¿cuando se le nubló la vista?". "no mira, no te he dicho en ningún momento que se me nublara la vista".
En ese momento me convertí en el sospechoso al que en comisaría le toman declaración. Al tipo que le empiezan a coger en contradicciones, o que cuya coartada empieza a tambalearse.
Por fin terminó el interrogatorio, y como colofón, a parte de preguntarme si tomaba drogas, "pues no", dije muy digno, comenzó una gymkana: "toquese la nariz", "hinche los carrillos", "camine en línea recta". Qué juerga. A las 2 de la mañana allí, con los carrillos hinchados (no busquen doble sentido).
Luego vinieron más aventuras, pero eso lo dejo para otro post
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