El 31 de mayo de 1911 zarpaba el Titanic. Todo un ejemplo de hasta dónde podía llegar el ingenio humano. El más lujoso, el más grande, el más rápido...
Dicen que el armador se negó en todo momento a todo tipo de ritos o bendiciones religiosas del barco.
La soberbia del hombre que piensa que propone y dispone. Que no necesita a nadie.
Luego vino lo del iceberg y toda la historia que conocemos de sobra.
Viene que ni pintado un extracto del libro Llamados a la vida de Jacques Phillipe:
"Pero cómo nos cuesta ceder a un punto de referencia externo a nosotros. Hoy nadie acepta soluciones preconcebidas, y todos parece que buscan en sí la respuesta a esta pregunta que hace el bien común.
Así se fabrica felicidad en función de la imagen que se han forjado. Una frágil felicidad que no resiste a la prueba, a la enfermedad, a la crisis, a los fracasos, a los diversos dramas que conoce la existencia humana. La vida no parece cumplir todas las promesas que ofrece en tiempos de juventud. Pero tenemos la experiencia de que a pesar de ello la vida es una aventura maravillosa.
No obstante, eso implica una renuncia, renuncia a controlar la existencia, a querer programar nuestra felicidad, y aceptar el hecho de dejarnos conducir por la vida en los acontecimientos felices y en las circunstancias difíciles, aprendiendo a reconocer y aceptar en ellas las llamas que se nos dirigen día tras día. Es legítimo tener planes, claro, y mover la inteligencia y la voluntad. Pero esto es insuficiente por sí mismo. La preparación de proyectos debe ir acompañada de una actitud consistente en atender a las llamadas, las discretas invitaciones que se dan en nuestra existencia. Para ello hay que dar prioridad a la escucha, a la disponibilidad por encima de la realización de nuestros planes. Ampliando nuestro corazón y nuestra mente
¿de donde llegan esas llamadas? Pues de modo diverso: de personas que nos impactan, de deseos del corazón, de peticiones de ayuda de allegados, de la palabra de Dios palabra viva, o de otros medios".
Así se fabrica felicidad en función de la imagen que se han forjado. Una frágil felicidad que no resiste a la prueba, a la enfermedad, a la crisis, a los fracasos, a los diversos dramas que conoce la existencia humana. La vida no parece cumplir todas las promesas que ofrece en tiempos de juventud. Pero tenemos la experiencia de que a pesar de ello la vida es una aventura maravillosa.
No obstante, eso implica una renuncia, renuncia a controlar la existencia, a querer programar nuestra felicidad, y aceptar el hecho de dejarnos conducir por la vida en los acontecimientos felices y en las circunstancias difíciles, aprendiendo a reconocer y aceptar en ellas las llamas que se nos dirigen día tras día. Es legítimo tener planes, claro, y mover la inteligencia y la voluntad. Pero esto es insuficiente por sí mismo. La preparación de proyectos debe ir acompañada de una actitud consistente en atender a las llamadas, las discretas invitaciones que se dan en nuestra existencia. Para ello hay que dar prioridad a la escucha, a la disponibilidad por encima de la realización de nuestros planes. Ampliando nuestro corazón y nuestra mente
¿de donde llegan esas llamadas? Pues de modo diverso: de personas que nos impactan, de deseos del corazón, de peticiones de ayuda de allegados, de la palabra de Dios palabra viva, o de otros medios".
Durante los últimos meses he asistido a grandes icebergs en las vidas de grandes amigos. También he podido comprobar como han hecho frente, como han respondido, como siguen de pie, desde la roca firme, claro.
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