Mantengo firmemente que El Principito, de Antoine Saint-Exupery, es un libro para "mayores", y que debe salir de inmediato de las colecciones de literatura infantil, incluso, si me apuras, juvenil.
El niño que yo era recibió de regalo un ejemplar, envuelto en consejos y avisos paternales (de esos valiosísimos de los que no se hacen ni caso hasta décadas después), y allí quedó en el anaquel de los grandes olvidados.
Ahora vuelvo sobre él, y vuelvo de la mano de esos consejos paternales y de los compañeros que ahora me acompañan y me conforman.
Hoy me detengo en la dedicatoria, y sonrío ante el guiño que yo imagino que me hace Saint-Exupery, al dejar manifestado en su primera línea que El Príncipito es para mayores: "Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande"
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