jueves, 27 de noviembre de 2014

Algo hacia lo que mi vida entera se dirigía

Enamorarse es un encuentro contingente, pero, una vez que ocurre se revela como necesario, como algo hacia lo que mi vida entera se dirigía. Lacan describió esta inversión de la contingencia en necesidad como un cambio de "deja de no ser escrito" a "no deja de escribirse": primero, el amor "deja de no ser escrito", surge a través de un encuentro contingente; después, una vez que está aquí, "no deja de escribirse", impone sobre un amante el trabajo del amor, el continuo esfuerzo para inscribir en su ser todas las consecuencias del amor, para estructurar su amor alrededor de la fidelidad al acontecimiento del amor.

Slavoj Zizek, Acontecimiento. México D.F., 2014. Página 127.

miércoles, 29 de octubre de 2014

A pocos metros del patíbulo el condenado desvió su camino para evitar un charco embarrado

Gracias a @palabraseca, leo en El País un artículo de Yolanda Monge que contiene un primer párrafo impresionante. De esos de los que había que poner como ejemplo en la facultad cuando hablan de la "Pirámide invertida". Después de ese párrafo, te lees lo que sea que venga después.

Cuentan que durante su periodo en la policía imperial india en Birmania en los años veinte del siglo pasado, a George Orwell se le encomendó supervisar una ejecución en la horca. Lo que parecía ser otro desagradable deber más que cumplir se transformó en una revelación para el escritor cuando a pocos metros del patíbulo el condenado desvió su camino para evitar un charco embarrado. “Hasta ese momento”, escribió luego Orwell, “nunca antes me había dado cuenta de lo que significaba acabar con un hombre sano y consciente, vi lo atrozmente incorrecto que era cortar una vida en su plenitud”.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Hacer chistes en el cadalso y peinarse en las Termópilas

La cita es de C.S  Lewis y la he encontrado en Celebrar la vida, de Jonathan Sacks:

La vida humana siempre ha estado al borde de un precipicio... Los hombres proponen teoremas matemáticos en ciudades sitiadas, desarrollan argumentos metafísicos encerrados en una celda, hacen chistes en un cadalso, discuten sobre el último poema mientras avanzan hacia las murallas de Quebec, y se peinan en las Termópilas

martes, 22 de julio de 2014

Como un ataque de comanches borrachos

En un librito sobre la paternidad (titulado Manu), Manuel Jabois se lamenta de que en las primeras semanas del bebé, "perdimos el humor, lo cual es terrible, porque nos concentramos tontamente en disfrutar del niño en esa tarea heroica que supone cazar el tiempo para hacerlo volver". La elección del adverbio "tontamente" me parece "muy inteligente". Porque al tiempo no le caza nadie, y menos aún si se trata de ver crecer a los hijos. Porque la vida no sucede en fila india, sino que es un ataque de comanches borrachos.




Lo dice precioso Miguel D'Ors en su poema Incompetencia:

Evidentemente no soy el hombre adecuado. Amo el silencio y la lentitud con una indesmayable vocación vegetal. Me gusta la rutina física: que el despertar, la barba, las comidas y el descanso corran fáciles por el carril de la costumbre sin exigirme que baje cien veces cada día a tomar decisiones respecto a mi animal. Quisiera que la vida fuese ocurriendo en fila —primero esto, después lo siguiente, por último lo 
demás— y no como un ataque de comanches borrachos. Detesto los balones de rugby y todo género de 
sorpresas. Las noches más inolvidables de mi juventud son aquéllas que pasé durmiendo en un sueño abisal, hermético, absoluto —ay, cuánto las añoro, con su ausencia de luna, 
ruiseñores, etc.—. Adoro las casonas de piedra nobiliaria y los Dufy. Disfruto asistiendo entero a cada uno de mis actos y odio tener aquí los ojos, allí los pies y al otro lado las 
palabras. Mi idea de la felicidad se parece a la nieve de 
Wyoming y mi interlocutor preferido es el fuego. Comprenderán ustedes que sin duda soy la persona menos indicada para ser miguel d’ors.

jueves, 17 de julio de 2014

Jack Kerouac, y la gente a la que admiro (o la Iglesia que yo amo)

Muchos amigos me preguntan: "¿cómo no te escandalizas de la Iglesia? ¿Qué vas a decir? ¿Que es perfecta?".
"No!", respondo, "menos mal, porque si no, yo no podría estar".
A estos amigos queridos y que no comparten mi fe, siempre he necesitado explicarles qué es para mi la Iglesia. Ahora he encontrado unas palabras de Jack Kerouac que me apropio para ese fin:
La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas. 



viernes, 4 de julio de 2014

Sabré mi nombre cuando sea llamado de nuevo

Hace ya años, durante la celebración de una edición del Congreso Católicos y Vida Pública en mi universidad, la CEU San Pablo, el periodista irlandés John Waters, tras una magistral ponencia sobre la esperanza, comentaba en un corrillo algunas cuestiones del panorama musical actual. Preguntado por recomendaciones y nuevas bandas aludió a un grupo con nombre de negocio familiar antiguo: Mumford and Sons. Se trataba, según contaba, de un grupo folk británico, pero con marcada influencia norteamericana. Pero sobre todo Waters insistía en la belleza de las letras. 

Y no iba desencaminado porque durante estos años la proyección del grupo ha sido exponencial: grandes números en ventas, cabezas de cartel de importantes festivales (lo fueron del Festival Internacional de Benicassim), e importantes colaboraciones (muy recordada fue la actuación junto a Bob Dylan en la ceremonia de los premios Grammy en diciembre de 2010). 

Mumford and Sons está compuesto por Marcus Mumford (voz y guitarra), Ben Lovett (acordeón), Wiston Marshall (banjo y dobro) y Ted Dwane (contrabajo). Se formaron en 2007 en plena eclosión de lo que se llamó “la escena folk del oeste de Londres”, entre los que también se encontraban Noah and the Whale y Laura Marling. 

Tras varios títulos en EP, ya tienens dos larga duración titulado Sigh No More, producido por Markus Dravs (productor también de Arcade Fire) con el que han alcanzado gran popularidad, y Babel. En él vemos su carta de presentación: folk, sí, pero no sólo. La música de Mumford and sons es una muy llamativa: mezcla de estilos, desde el folk británico de cuidadas y dulces melodías, hasta el compás frenético y enérgico del bluegrass. En sus composiciones destacan la personal voz de Marcus Mumford y el ritmo progresivo. 

Pero como bien apuntaba John Waters, las letras de este grupo son especialmente interesantes. Llenas de una profundidad que mira de forma igual a la pasión de las composiciones blues americanas y al lirismo británico. Así son imprescindibles "The Cave", un relato sobre la importancia de conocer la misión vital de cada uno, que contiene un poderoso verso: “Sabré mi nombre cuando sea llamado de nuevo”, o el emocionante himno "Awake my soul". No en vano señalan como influencias en sus letras las obras de Shakespeare, y la Odisea de Homero. 




Ansiedad

El poeta Julio Martínez Mesanza, en su poema La ansiedad infinita, tiene un certero verso que define perfectamente eso, el estado de ansiedad:

Duerme siempre en un carro de combate

viernes, 25 de abril de 2014

Decir un "ole" a tiempo

Genial Radio Clásica con su guía ¿puedo aplaudir?
Y es que no es fácil, igual que no todo el mundo sabe decir un "ole" a tiempo, ni cuando es el momento de besar a la chica...
Eso es tener "duende", o "swing" que dicen en Nueva Orleans

viernes, 4 de abril de 2014

Los bienes que no tenemos y el "bien" que no hacemos

“La segunda mitad del siglo pasado ha presenciado el predominio de dos instituciones inmensamente poderosas, el Estado y el mercado. Se pensaba que entre las dos se podían solucionar la mayoría de los problemas humanos. La felicidad consiste en lo que tenemos; el mercado se concentra en lo que no tenemos. La felicidad reside en el bien que hacemos; el Gobierno se ocupa del bien que pagamos que otros hagan”.
El Rabino Principal de Gran Bretaña, Jonathan Sacks, propone este importante “detalle” en nuestra reflexión sobre la felicidad. Lo hace en un lúcido ensayo publicado en español por Toy Story que recoge sus columnas en el Times, titulado Celebrar la vida. Encontrar la felicidad donde no se espera.

jueves, 27 de febrero de 2014

I cannot be who I was then

Precioso dueto de Johnny Cash y su hija Roseanne.
La canción es “September When It Comes"m que Roseanne grabó para su disco Rules of Travel (2003), que compuso y produjo con su madrido John Leventhal.
El vídeo contiene un montaje con fotos del archivo familiar de los Cash, nunca antes divulgadas.
Es una canción nostálgica, que tiene un verso precioso en el que la autora se queja de que recordar su juventud corre peligro alejarse de lo que sucedió en realidad.
Cash murió en septiembre, por cierto.

lunes, 17 de febrero de 2014

Cuando apareces y hablas, se hace la luz

Hace unos días  el blog En Compostela nos regalaba una entrevista con Hannah Arendt.
El autor del blog, muy acertadamente, señalaba como rasgo principal de la entrevista la altura intelectual no sólo de Arendt, sino también del periodista. Desde luego, el diálogo es de una gran altura intelectual.
A ello se puede añadir que Arednt, siendo una mujer fea, resulta de un enorme atractivo en cuanto comienza a hablar y a fumar sin parar.
Los temas que se suceden son para rogar que no terminen nunca. Desde la emancipación de la mujer ("miembras" de Femen, no pongáis la entrevista), pasando por cuestiones epistemológicas sobre su disciplina, o su carrera intelectual (tenía dos opciones, o estudiar filosofía o tirarme a un río), o el abismo que se abrió ante ella cuando se enfrentó a la "uniformización" de muchos de sus amigos...
Hay tantas "provocaciones" durante este vídeo (ojo) en blanco y negro y en alemán (no corran, hay subtítulos).
Pero la perla, en mi opinión, está al final. Cuando habla de su maestro Jaspers: "Donde aparece y habla Jaspers se hace la luz. Tiene una franqueza personal, una confianza en la palabra y una entrega tan incondicional al diálogo, como nunca en nadie he encontrado. (...) Si alguien me ha hecho entrar en razón, ha sido él".

miércoles, 12 de febrero de 2014

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande

Mantengo firmemente que El Principito, de Antoine Saint-Exupery, es un libro para "mayores", y que debe salir de inmediato de las colecciones de literatura infantil, incluso, si me apuras, juvenil.
El niño que yo era recibió de regalo un ejemplar, envuelto en consejos y avisos paternales (de esos valiosísimos de los que no se hacen ni caso hasta décadas después), y allí quedó en el anaquel de los grandes olvidados.
Ahora vuelvo sobre él, y vuelvo de la mano de esos consejos paternales y de los compañeros que ahora me acompañan y me conforman.
Hoy me detengo en la dedicatoria, y sonrío ante el guiño que yo imagino que me hace Saint-Exupery, al dejar manifestado en su primera línea que El Príncipito es para mayores: "Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande"

lunes, 10 de febrero de 2014

Eso lo hubiera yo escrito,... ¡si yo supiera escribir!

No sé como denominar esta figura...
Leo unos versos de Pemán que explican muy bien la sensación ante la buena literatura que te hace gritar "¡eso lo hubiera escrito yo,... si supiera escribir!"
“Y quisiera conseguir
hacer a todos sentir
un mismo anhelo infinito,
y ante mis versos oír
a cada uno decir
que eso lo hubiera yo escrito
si yo supiera escribir”.

Por qué Ayaan Hirsi Ali se ha convertido

 Artículo de Carl Trueman publicado en El Debate (Traducción de Pablo Velasco) Ayaan Hirsi Ali, ex musulmana y ahora ex atea, ha declarado r...