Cuentan que durante su periodo en la policía imperial india en Birmania en los años veinte del siglo pasado, a George Orwell se le encomendó supervisar una ejecución en la horca. Lo que parecía ser otro desagradable deber más que cumplir se transformó en una revelación para el escritor cuando a pocos metros del patíbulo el condenado desvió su camino para evitar un charco embarrado. “Hasta ese momento”, escribió luego Orwell, “nunca antes me había dado cuenta de lo que significaba acabar con un hombre sano y consciente, vi lo atrozmente incorrecto que era cortar una vida en su plenitud”.
miércoles, 29 de octubre de 2014
A pocos metros del patíbulo el condenado desvió su camino para evitar un charco embarrado
Gracias a @palabraseca, leo en El País un artículo de Yolanda Monge que contiene un primer párrafo impresionante. De esos de los que había que poner como ejemplo en la facultad cuando hablan de la "Pirámide invertida". Después de ese párrafo, te lees lo que sea que venga después.
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