El primer monólogo en
Job o la totura de sus amigos, de Fabrice Hadjadj, le corresponde a Dios, que se dirige al público recordando que "no es el gerente del teatro que lo mira todo desde arriba", sino que es "el Actor", y que es miope, tanto que tiene que acercarse a nosotros "hasta que notemos su respiración en la nuca".
Y dice esto bellísimo del nombre de cada uno:
Yo conozco el nombre que te nombra en tus más íntimos recovecos,
el nombre que te ciñe por completo y que solo se ajusta a ti,
el nombre que te pronuncia en la penumbra nupcial,
y revela ese particular universo
al que solo da acceso la abertura de tus ojos
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