jueves, 28 de julio de 2022

Gistau, Jabois, Jiménez Torres, Contreras Espuny y Marqués, padres primerizos

 Nada. Que no hay manera. Seguimos sin hacer caso a Gregorio Luri. Y mira que él sigue y sigue repitiendo. Hasta lo ha dejado por escrito en Elogio de las familias sensatamente imperfectas: Hay que tener el segundo hijo antes que el primero. Así uno se libra de todas las meteduras de pata, miedos y momentos ridículos que puede protagonizar. Así uno ya sabe que el chupete no hace falta hervirlo varias veces y sumergirlo en una urna con una pastilla efervescente, porque con una pasadita con la manga es suficiente (eso si hay más de dos testigos).

Y en esto, amigos, las féminas nos llevan toda la ventaja. La mejor imagen sobre la manera en que el varón recibe al primer hijo la dio el cineasta Daniel Burman: mientras que la madre coloca los brazos de forma natural y automática en una posición de cuna ideal para el bebé, al padre se le reconoce por cogerle de la misma manera en la que sostendría una hamburguesa XXL chorreante de kétchup y mostaza.


Así que me he ido a algunos autores de mi generación y he querido recopilar unas cuantas lecturas dirigidas a los padres primerizos, para que aquel “mal de muchos” se traduzca en algo más que un consuelo para esas primeras horas de desconcierto.


¿Pero acaso es que existe una vocación de padre? Miren, como mucho, la de marido. Cuando alguien por la calle me ve con mi familia y me pregunta “¡Qué bueno!, a ti te tienen que gustar mucho los niños”. “No mire, a mí la que me gusta es mi mujer”.


Ya lo cuenta muy bien José María Contreras Espuny en su Confesiones de un padre sin vocación (Homo Legens): “Tener hijos te divide, te fragmenta, te desgaja, te posterga. Te regala un palacio de infinitas habitaciones para, acto seguido, ponerte en la obligación de amueblarlo. Y uno no lo amuebla risueño, cantando por lo bajini y agradecido a Dios el don de los hijos, sino sulfurándose por minutos, con los átomos tirantes y a un grado de la ebullición”. Pero como le hicieron ver sus propios padres (aunque de esto uno se da cuenta por lo menos bien entrada la segunda parte del partido) “la única forma de salvar la vida es dilapidándola”.


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martes, 26 de julio de 2022

Asunto: Carta para un retiro de Emaús

 No sé si les ha pasado. Llega un WhatsApp o un e-mail que dice algo así: XX [nombre de un amigo] asistirá a un Retiro. Durante el mismo, en un momento importante para él, nos gustaría que pueda recibir una serie de cartas personales de familiares y amigos. Por ello hemos pensado que le encantaría recibir unas líneas de tu parte, como persona más próxima a él, y además te pedimos por favor que animes a otras personas que tú sepas que son importantes para él a que también le escriban. Serán cartas personales, que van a ser leídas por él en un momento de intimidad. Será una sorpresa, no le debes decir nada.

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miércoles, 6 de julio de 2022

Dayyénu, ¡nos habría bastado!

Hace apenas unos días presenciaba el paso del Cachorro por el puente de Triana. Con emoción recordaba los versos del poeta Aquilino Duque, que ya contempla cara a cara a la Verdad: «Quién pudo hacer que el último suspiro/ de tus labios se dé a cada momento,/ desde no sé qué siglos hasta ahora,/ hasta ahora, para ir diciendo al mundo,/ para ir diciendo al tiempo: Así se muere./ Así mueren los Hombres». Y allí, plantado con mi alma castellana, esa que dicen recia y seria, exclamé un «¡nos habría bastado!», al modo de nuestros hermanos mayores, o quizá padres en la fe que son el pueblo judío.

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martes, 11 de enero de 2022

Una narración mayor

 Hace unas pocas semanas recibí un regalo inesperado. Tiempo. Un amigo me había invitado a ir a la exposición Tornaviaje en el Museo del Prado. Este amigo me recibió en la entrada, pero no podía acompañarme porque debía solucionar unos asuntos de su trabajo. Por tanto, no tenía más remedio que dedicar toda una hora para ver la exposición. Entiendan que, para un padre de familia, eso es un regalo inesperado.

La exposición responde a su título como viaje de regreso a la Península, como un hecho que nos permite valorar las aportaciones artísticas de América a España y por extensión a Europa. Se puede ver hasta el 13 de febrero de este año.

Me detuve un buen rato en un cuadro de la Virgen que me resultaba familiar. El rostro de una moreneta con una aureola reconocible. Era la Virgen de Atocha, la de mi barrio, pero desde una perspectiva diferente. Además de ser un cuadro y no una escultura. En ese momento pensé en aquel que marchó a América hace unos cientos de años y al llegar describió esa advocación, la de su barrio, para que un artista reprodujera a la Virgen que reina en la casa de los dominicos en Madrid.

En estas Navidades pasadas hemos visto por las calles de toda España la felicitación de la ACdP. Ya saben, esa que decía «Solo un nacimiento ha cambiado el rumbo de la Historia y no es el tuyo. Feliz Navidad».

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viernes, 10 de diciembre de 2021

Dos lecturas de este año: "La edad de las nueces" y "Más que juntos"

 Con razón la religión que da culto a la Palabra hecha carne muestra su sorprendente novedad en la elocuencia de las palabras que utiliza, en el vocabulario de la fe. Prueba de esta originalidad la da José María Sánchez Galera, en su estupendo La edad de las nueces: los niños en el imperio romano (Ediciones Encuentro), donde nos recuerda que la ternura apareció como aporte original del cristianismo en la literatura, con aires nuevos y una atención emocional a la infancia, a los desvalidos.

Tiene la ternura un protagonismo precioso en la propuesta cristiana del matrimonio. María Álvarez de las Asturias y Lucía Martínez Alcalde la subrayan en Más que juntos: cómo disfrutar del matrimonio desde el sí quiero (Ediciones Palabra). Lo hacen además en el capítulo dedicado a las relaciones matrimoniales, aspecto que suele ser motivo de incomprensiones y distancias. Ternura se contrapone a brusquedad. La ternura no son solo caricias: son modos de decir, es un tono de voz, es bloquear cualquier gesto brusco fruto de nuestra impaciencia, cansancio, susceptibilidad… Acuden a san Juan Pablo II, que afirmaba que la esencia de la ternura consiste en una tendencia a hacer suyos los estados del alma de otro. Esta tendencia se manifiesta en el exterior, porque se siente la necesidad de señalar al otro yo, que uno se toma en serio lo que el otro está viviendo. 

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viernes, 26 de noviembre de 2021

Entre los bastidores de las aventuras de Tintín


 

En las primeras páginas de este libro, los editores nos cuentan que el texto forma parte de un ciclo de conferencias infantiles organizadas por Gilbert Tsaï e inspiradas en un ciclo radiofónico de los años 30 que concibió Walter Benjamin. Tenían como objetivo «alumbrar y despertar». Y claro, uno se echa a temblar porque desgraciadamente suele ocurrir que lo que se organiza para «un público infantil» acaba en una demostración de diminutivos, edulcoraciones, y falsedades, que toman por tontos a ese mismo público, que precisamente de eso no tienen nada.

Aún más precauciones le asaltan a uno si encima el tema a tratar es Tintín, la obra de Hergé, cuya nota más característica (y ahí está el éxito que tiene generación tras generación) está en que es entretenido, no en ser adecuado o no para el público infantil. De hecho, la revista Tintín indicaba en su portada que se dirigía a lectores de 7 a 77 años, en una genial forma de eludir esa práctica de clasificar libros según grupos de edad y que, como diría C. S. Lewis, es un método que sólo «permite ordenar de algún modo el material para uso de maestros y bibliotecarios y para la publicidad de las editoriales. Y ni siquiera para eso es apropiado».

Pues bien, les debo confesar que Peeters, novelista francés con bastante obra teórica sobre Hergé, sale airoso, con alguna pega, y presenta así un buen pórtico de entrada para neófitos de la tintinofilia. Perfectamente se puede poner en el anaquel junto a los imprescindibles Conversaciones con Hergé de Numa Sadoul, Abecedario de Tintín: anatomía de un personaje universal de Joan Manuel Soldevilla, y Tintín-Hergé de Fernando Castillo.

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martes, 16 de noviembre de 2021

Generación ofendida: de la policía cultural a la policía del pensamiento. Caroline Fourest



Hace unas semanas, el profesor Higinio Marín contaba que en la antigua Grecia había una palabra para el que no podía tomar la palabra en público: idiota. No era tanto el que tiene una tara psicológica, sino una tara política. El que no tiene nada que decir o, todavía peor, el que cuando habla lo hace sin voz propia, como parte de un coro. En la sociedad contemporánea tenemos ese riesgo: una opresiva domesticación mediática de las opiniones. Opiniones dominantes que van a convertir el mundo en una monocromía. Es el ambiente que describen palabras como «corrección política», «cultura woke» o «política identitaria». Corrientes que, como afirmaba monseñor Horacio Gómez, obispo de Los Ángeles, en la presentación del Congreso Católicos y Vida Pública (que se celebra estos días y que precisamente tratará este tema), son una suerte de pseudoreligiones que han venido a rivalizar y querer reemplazar las creencias cristianas tradicionales. Se trata de corrientes que pueden hacer inhóspito el espacio público porque lo niegan de raíz. Niegan todo tipo de vínculo más allá de compartir un color de piel o una posición en la sociedad.


miércoles, 3 de noviembre de 2021

La infancia espiritual del poeta


 «Poner pie en pared», «fuego de campamento guerrillero», son algunas de las locuaces expresiones de Ricardo Calleja en sus habituales artículos en prensa. En ellos comprobamos que tiene una especial virtud para nombrar y para narrar. Ahora, como ha confesado, por admiración y por necesidad, debuta en la poesía. Demuestra que conoce el terreno. Armando Pego nos decía hace unos días en El Debate de Hoy que es un buen lector. No nos sorprende encontrar haikus, sonetos, rima consonante, rima asonante, rima libre, canciones, tipografías poéticas (genial ese «m i n u c i o s a m e n t e» en «Rostro»)…

La virtud antes aludida la comprobamos de nuevo en el título de su primer poemario: Lugares comunes (Ediciones Vitruvio), jugando con el doble sentido de común: compartido y habitual. Ángel Ruiz señala en una reseña de su blog que el poeta entra en campos ya trillados. Pero no por ello dejan de ser fundamentales. Una muestra más de que la apuesta del hombre es por la eternidad. El constante empuje de la poesía a pesar del horror, del absurdo, de la muerte…

«Cuando estoy en Tu Presencia / –que me pone escamas en los ojos / pero no me hace caer de mis caballos / de Troya camino de Damasco– / apenas te sostengo la mirada» («Tu mirá»).

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viernes, 25 de junio de 2021

José Carlos Llop: una conversación

 



Comparto aquí algunos subrayados de José Carlos Llop: una conversación (Elba), de Daniel Capó y Nadal Suau. Un libro-entrevista, en la que un maestro toma de la mano a sus discípulos para enseñarles "las cosas ocultas desde la creación del mundo", que diría René Girard. 


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La sociedad está constituida –y así funciona– por desmemoriados funcionales. Es una desmemoria que interesa al poder y que interesa al individuo para llevar, ambos, poder e individuo, el agua a su molino. Para borrar la memoria del otro, porque la memoria del otro introduce la sospecha en uno mismo y, sobre todo, ejerce una mirada crítica sobre los mecanismos tanto del poder como de la personalidad ajena. Además, la memoria requiere el esfuerzo del cuidado cotidiano. 

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Para el que tiene memoria la vida no empieza cuando sale el sol, como la mayoría. La vida empieza cuando ni él ninguno de los suyos estaba aún. Y desentrañar  ese hilo que le une hasta ahí es una de las razones de su vida. 

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Escribir como respirar o escribir como quien sale a cazar un reno para alimentar a la tribu

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La poesía es un don, no una construcción. Habita en la esencia de las palabras y en el misterio.

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La poesía está más cerca de la música; mucho más de lo que lo está la ficción. La ficción surge de la necesidad de no estar solos en el mundo –pienso ahora en los relatos antiguos junto al fuego y la negra noche afuera–; en cambio, la poesía surge de una necesidad superior y confirma la realidad de no estar solos más allá del mundo. 

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Traducir es leer como nadie. Pero a mí suele gustarme más la lectura de los poetas y escritores sobre otros poetas y escritores, que las de los críticos. Son, digamos, más carnales; en el sentido sensual del término. Están más vivas y son más gozosas. Las de los críticos también tratan de carne. Pero a menudo da la impresión que desde la morgue. 

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...mi padre estaba reclamándome la voz que me había entregado y haciéndome saber que a partir de ahora mi voz también iba a ser suya cuando no estuviera...

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Creemos que el hombre de Altamira pinta los bisontes con el mismo afán que Balzac escribe La comedia humana y, en cambio, en Balzac ya está el dinero, otra representación de la muerte, de por medio. Por eso la modernidad es más escéptica. Y la postmodernidad, ya no digamos: apenas deja espacio para la inmortalidad del arte.

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La muerte no está orgullosa frente al arte, no puede mostrarse orgullosa frente a él, no más, como mucho, que una modelo que ha posado para el artista y luego se vuelve a su casa. La muerte acaba con la persona, pero no con su obra, que la niega, que niega a la muerte y resucita, de un modo u otro, a la persona.

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Sólo sabemos lo que sabemos de verdad, escribiéndolo.

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La memoria es una aliada si cumples, si no, te abandona.

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Lo que ocurre es que la memoria es nuestra columna vertebral, lo que nos estructura, y con la espalda conviene no jugar, ¿verdad?

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...me ayudó la arquitecta Victoria Garriga y trabajar juntos fue olvidar que estábamos trabajando.

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Desde el silencio se hacen las grandes o las pequeñas cosas, no en la cháchara y el griterío cotidiano: eso que los jansenistas llamaban ruido de moscas.

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Antes de que estalle una guerra, las palabras ya han estado en esa guerra y no sólo han propiciado su traslado a la realidad, sino que la han introducido en las conciencias, preparándolas para ella de forma más efectiva que un adiestrador de comandos de élite.

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Beirut es una ciudad fascinante y la más vital que he conocido hasta ahora. Está la guerra detrás y, como me decía una noche el escritor Patrick Deville, los kalashnikovs duermen debajo de todas las camas y en poco minutos pueden estar disparando en la calle. Pero la vitalidad de sus habitantes es impresionante. Y cuando digo vitalidad me refiero a amor por la vida, sin ingenuidad ninguna y con todo el peso irónico del escepticismo mediterráneo detrás, mezclado además con la fatalidad del destino

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Uno es poeta –conviene recordarlo– cuando escribe poesía.

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Y empleo la palabra divertido en el mismo sentido que lo hacía Gabriel Ferrater: divertit, és a dir, intel·ligent.

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Me gustan las listas. Son esqueletos de lo que somos y también nuestro equipaje. Las listas evocan épocas, tiempo, y al nombrar las cosas, las creamos de una manera distinta. Las listas son también un autorretrato. 

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La pérdida subraya lo efímero pero también marca la memoria a fuego y así sobrevive lo que más nos importa. Por ejemplo, la poesía.

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La tradición es que los muertos sigan vivos y los vivos no estén muertos.

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Creo que si el poeta deja de desear, está muerto como poeta.



sábado, 15 de agosto de 2020

How to be a poet (Wendell Berry)

 A Wendell Berry llegué gracias a un comentario en una comida de profesores de mi universidad con el obispo de Granada, don Javier Martínez. Allí nos contó que en un viaje a Estados Unidos había conocido a este tipo, su recorrido vital y las obras que pensaba editar en España. 

Hace poco me llegó este poema con este título tan sugerente:

HOW TO BE A POET

(to remind myself)

Make a place to sit down.

Sit down. Be quiet.

You must depend upon

affection, reading, knowledge,

skill — more of each

than you have — inspiration,

work, growing older, patience,

for patience joins time

to eternity. Any readers

who like your poems,

doubt their judgment.

Breathe with unconditional breath

the unconditioned air.

Shun electric wire.

Communicate slowly. Live

a three-dimensioned life;

stay away from screens.

Stay away from anything

that obscures the place it is in.

There are no unsacred places;

there are only sacred places

and desecrated places.

Accept what comes from silence.

Make the best you can of it.

Of the little words that come

out of the silence, like prayers

prayed back to the one who prays,

make a poem that does not disturb

the silence from which it came.

Me gusta especialmente el subtítulo, como recordatorio de aquello de que solo lo que nos decimos a nosotros mismos, nos cala de verdad. Dar consejos teniéndonos a nosotros como primer receptor. 

Para ser un poeta, empezar por pararse y callar. Y ser consciente de que todo nos es regalado. Que no hay lugares que "no sagrados", y sobre todo que tu poema no moleste el silencio del que ha llegado.

Ah, y duda del juicio de cualquier lector al que le gusten tus poemas...



domingo, 26 de julio de 2020

El señor Marbury, de Alfonso Paredes

El señor Marbury - Homo LegensHe llegado hasta esta novela por las muchas y buenas recomendaciones. Algunas definitivas como "te va a encantar, te vas a sentir identificado". Y así ha sido. Imagino que no seré el único, pero eso es mérito del autor. Son una divertida sucesión de apuntes o entradas de un diario de un padre de familia numerosa y abogado. Como si el autor quisiera dejar constancia de esos sucedidos para no olvidarse él de ellos. Mi lectura ha consistido en una sucesión de diversos "¡a ti también!" (situaciones, reacciones matrimoniales,... y autores que cita: Chesterton, Karmelo Iribarren, Miguel D'Ors, Julio Martínez Mesanza (mi poema favorito), Eloy Sánchez Rosillo, Ibañez Langlois...) y de muchos descubrimientos (ese Soroyan lo tengo que leer ya y descubro que tenía desde hace años su novela de "Las aventuras de Wesley Jackson" sin quitar el plástico).



Aquí algunos subrayados míos, para que no se me olviden a mí. No para sustituir su lectura, claro, sino para concitar y animar a ir a la librería a por su ejemplar:

Los Marbury no pueden evitarlo. Lo celebran todo.

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Peter considera que no acaba de leer todo hasta que Telma escucha algunos párrafos que él selecciona. (...) Así que hay días en los que Peter se pregunta si lee para sí mismo o si lee para tener cosas hermosas que decirle a su esposa.

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La señora Marbury lee menos que el señor Marbury, pero lee mejor.

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Un café con el que aligerar la tarde y reparar los destrozos del día

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"Lo siento, Peter. Me estoy durmiendo. Cuando llegues, te encontrarás solo los restos del naufragio"

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Es quizá el mayor tesoro de Peter: que en lo más variados meandros de su vida va haciendo amigos. No es mérito suyo, desde luego.

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A veces hacer una foto es eso: detener la marcha, la pausa en mita de un día que quiere correr veloz.

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El técnico, con precisión de relojero y manos de madre

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La sorpresa. Hay que esperarla siempre. Si no lo haces, no la reconocerás cuando llegue. ¡Au revoir!

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-Papá, a tí nunca te hemos visto llorar. (...) -Ya. Eso es verdad: nunca me habéis visto.

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Por Dios, Peter, sonríe cuando rezas. Si estás serio, ¿cómo vas a convencer a Dios?

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Pensó entonces el señor Marbury que no hay mayor premio que tener un hijo que sabe que sus padres tienen ganas de comerse el mundo.

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En rigor, la familia no es nunca un campo de batalla. Es más bien un campo de labranza.

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Pues mira, Peter, yo creo que cada sueño encierra una promesa. Y creo, además, que hay sueños inexplicables, porque muestran una promesa infinita.

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Amar no es brillar, sino arder.

Por qué Ayaan Hirsi Ali se ha convertido

 Artículo de Carl Trueman publicado en El Debate (Traducción de Pablo Velasco) Ayaan Hirsi Ali, ex musulmana y ahora ex atea, ha declarado r...