domingo, 26 de julio de 2020

El señor Marbury, de Alfonso Paredes

El señor Marbury - Homo LegensHe llegado hasta esta novela por las muchas y buenas recomendaciones. Algunas definitivas como "te va a encantar, te vas a sentir identificado". Y así ha sido. Imagino que no seré el único, pero eso es mérito del autor. Son una divertida sucesión de apuntes o entradas de un diario de un padre de familia numerosa y abogado. Como si el autor quisiera dejar constancia de esos sucedidos para no olvidarse él de ellos. Mi lectura ha consistido en una sucesión de diversos "¡a ti también!" (situaciones, reacciones matrimoniales,... y autores que cita: Chesterton, Karmelo Iribarren, Miguel D'Ors, Julio Martínez Mesanza (mi poema favorito), Eloy Sánchez Rosillo, Ibañez Langlois...) y de muchos descubrimientos (ese Soroyan lo tengo que leer ya y descubro que tenía desde hace años su novela de "Las aventuras de Wesley Jackson" sin quitar el plástico).



Aquí algunos subrayados míos, para que no se me olviden a mí. No para sustituir su lectura, claro, sino para concitar y animar a ir a la librería a por su ejemplar:

Los Marbury no pueden evitarlo. Lo celebran todo.

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Peter considera que no acaba de leer todo hasta que Telma escucha algunos párrafos que él selecciona. (...) Así que hay días en los que Peter se pregunta si lee para sí mismo o si lee para tener cosas hermosas que decirle a su esposa.

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La señora Marbury lee menos que el señor Marbury, pero lee mejor.

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Un café con el que aligerar la tarde y reparar los destrozos del día

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"Lo siento, Peter. Me estoy durmiendo. Cuando llegues, te encontrarás solo los restos del naufragio"

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Es quizá el mayor tesoro de Peter: que en lo más variados meandros de su vida va haciendo amigos. No es mérito suyo, desde luego.

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A veces hacer una foto es eso: detener la marcha, la pausa en mita de un día que quiere correr veloz.

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El técnico, con precisión de relojero y manos de madre

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La sorpresa. Hay que esperarla siempre. Si no lo haces, no la reconocerás cuando llegue. ¡Au revoir!

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-Papá, a tí nunca te hemos visto llorar. (...) -Ya. Eso es verdad: nunca me habéis visto.

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Por Dios, Peter, sonríe cuando rezas. Si estás serio, ¿cómo vas a convencer a Dios?

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Pensó entonces el señor Marbury que no hay mayor premio que tener un hijo que sabe que sus padres tienen ganas de comerse el mundo.

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En rigor, la familia no es nunca un campo de batalla. Es más bien un campo de labranza.

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Pues mira, Peter, yo creo que cada sueño encierra una promesa. Y creo, además, que hay sueños inexplicables, porque muestran una promesa infinita.

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Amar no es brillar, sino arder.

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