Me acaban de recordar un extracto de Zweig en la biografía de María Antonieta
Sin la irrupción de la Revolución, sin la prueba a la que fue sometida, nunca ella misma, Maria Antonieta, reina de Francia, habría sido y experimentado quién fue. Porque forma parte de la suerte o la desdicha del hombre medio no sentir por sí mismo necesidad alguna de medirse, no sentir la curiosidad de hacerse preguntas acerca de sí mismo, antes de que el destino se las haga: deja dormir sus posibilidades dentro de sí sin emplearlas, deja atrofiarse sus verdaderas dotes, ablandarse sus fuerzas como músculos que jamás se ponen a prueba hasta que la necesidad los tensa para una verdadera defensa. Un carácter mediocre tiene que ser sacado de sí mismo para ser todo lo que podría ser, y quizá más de lo que él mismo sospechaba y sabía; para eso, el destino no tiene otra fusta que la desgracia
Justo hoy leía unas declaraciones del torero Padilla. No soy un fanático de su aventura, pero me ha emocionado su frase, muy en consonancia con esta entrada: "Mi ilusión es mandar en mi destino".
ResponderEliminarAsí es, Pável. Los hombres comunes huimos del sufrimiento y de la prueba, no queremos gastarnos al 100%. Dicho esto, cuando nos cae la cruz encima sacamos fuerzas no se sabe de dónde, y aguantamos lo que nunca hubiéramos sospechado.
ResponderEliminarGracias Enrique.
ResponderEliminarPues a mi me recuerda un poema de "cierto" poeta
Que nada cambie,
Que todo siga igual es el deseo
De la felicidad,
Pero,
Reptando entre las plantas,
Se aproximan los hechos
Sinuosos, sigilosos, narrativos,
Resueltos
A hacer que muerdas
La manzana prohibida del paraíso: el tiempo
Fernando, la verdadera pregunta es de dónde o de quién sacamos esas fuerzas
ResponderEliminarGenial libro. Muy adecuado el extracto
ResponderEliminarSi no te importa, lo enlazo
Feliz y valiente Pascua¡