martes, 21 de septiembre de 2010

Libros conspiradores

Aún a riesgo de que los lectores de este blog, pocos y majetes ellos, me terminen de considerar como un paranoico, paso a continuación a relatar esta historia.
Sí, creo que los libros conspiran entre ellos para leas unos u otros según el momento vital por el que pasas, y además, como son muy guasones, dejan pistas para que te des cuenta de que entre ellos se han puesto de acuerdo.
Paso a los antecedentes de hecho.
Terminé, con cierto esfuerzo eso sí porque me decepcionó un poco, Invisible de Paul Auster. Historia compleja en la que se mezclan una extravagante pareja y un joven. Entre este último y la mujer de la pareja se establece un vínculo más estrecho, pero que no termina en gran historia de amor ni mucho menos, y de por medio hay una guerra lejana, pero que involucra al país (son yankis y la guerra es Vietnam).
Una vez devuelto a su lugar en la estantería, dudo en la elección del siguiente título. Al final opto por Villa Triste de Modiano. Había leído una nostálgica columna de Armas Marcelo en el ABC en la que hablababa de este título.
Esta vez es en la Francia que aún conserva colonias, donde se desarrolla una historia en la que se mezcla una extravagante pareja y un joven. Entre este último y la mujer de la pareja se establece un vínculo más estrecho, pero que no termina en gran historia de amor ni mucho menos, y de por medio hay una guerra lejana, pero que involucra al país...
No, no me he pasado con el ctrl+c y ctrl+v, es que ese es el resumen también de Villa Triste, aunque con Francia y Argelia. Con una pequeña diferencia: Villa Triste lo disfruté muchísimo.
Vale, coincidencias ¿no?, esperad, esperad:
El siguiente en la lista fue Bilbao-NewYork-Bilbao de Kirmen Uribe. Una tierna y muy poética investigación en la identidad y en la familia, en la que, entre otras cosas, resalta la importancia del mar y lo atractivo y misterioso que este resultaba para él.
Por cierto que tengo pendiente escribir más sobre este evocador y emocionante libro.
Pues bien, una vez terminado y en consonancia por un creciente y reciente interés por la novela gráfica, elijo Mejor en el mar del ilustrador francés Francois Matton, una especie de poesía ilustrada, muy delicada, fenomenalmente editada (da gusto), en la que un hombre, en plena crisis de identidad, llega a la conclusión de que, como su familia, su sitio está en el mar.
Y ya el remate final ha venido esta semana.
En verano leí Dibujos animados de Félix Romeo, autor del que disfrutaba sus colaboraciones en el ABCD de las letras, que dicho sea de paso echo de menos en el nuevo cultural del ABC (sin duda más pobretón que aquel). He de decir que seguí descubriendo un autor con un estilo admirable, pero se puso un poco "negro" con algún pasaje sobre la infancia de posguerra que me dejó muy mal sabor de boca.
Entonces a la vuelta del verano, en pleno ajetreo septembril, para desengrasar (que es una palabra que me parece feísima y que me recuerda a las comidas, cuando hay mucha carne y alguien pide una ensalada para "desengrasar", pero que nadie probará teniendo delante un solomillo como Dios manda, bueno, nadie en su sano juicio), empiezo Egosurfing de Llucía Ramis, autora de la "generación Ikea" (o eso dice en las solapas) y como yo me considero plenamente de esa generación, allá que voy, y en el texto, el primer libro al que se hace referencia es... sí, Dibujos animados.
Pues bien amigos, queda probado que los libros de mi casa hablan entre ellos, y de forma sutil se colocan estrategicamente por la noche de determinada manera para condicionar mi futura lectura. Y encima, se chotean poniéndome pistas.

2 comentarios:

  1. Oh, Pablo, qué post magnífico!!!!!!! Yo también estoy segura de que los libros se ponen de acuerdo, cada noche, en tu casa, sobre cómo colocarse en la estantería...

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  2. ya sabes que lo tienen difícil
    Gracias por el piropo!

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