viernes, 10 de julio de 2009

olha que coisa mais linda mais cheia de graça...


Llevo un par de días con la cabeza como la de un sparring al terminar su jornada laboral.
Mi médico de cabecera (que por cierto se apellida como yo, pero no tiene nada que ver conmigo) dice que si es por stress o por una contractura por haber hecho un gran esfuerzo. Excepto meter y sacar de la piscina a la tribu un número igual a n veces, no recuerdo que haya podido hacer otro esfuerzo.
Ayer, en pleno lecho de dolor, intenté pensar en algo para distraerme y dormirme (como en esa escena de Mary Poppins tan genial que cando piensan en cosas divertidas vuelan) y me acordé de una de las historias que más me gustan que es esa de como se les ocurrió a Vinicius de Moraes y a Tom Jobim "Garota de Ipanema", el piropo más bonito del mundo:

Se llamaba Heloísa Eneida Menezes Paes Pinto, más conocida como Helo, diecinueve años, metro sesenta y nueve, ojos verdes, cabello negro, largo y liso. Cada vez que iba no sólo camino del mar, sino del instituto, del taller de costura, o a comprar tabaco para su madre, salía rodeada de una sinfonía de silbidos. Vivía en Montenegro, cerca del bar Veloso que frecuentaban Tom Jobim y Vinicius de Moraes.
La leyenda cuenta que los dos cantautores escribieron Garota de Ipanema en el bar, a modo de piropo para su musa. Pero no era el estilo de la pareja, aún habiendo gastado muchas horas de su vida en ellos. Pero si bien sí que Helo inspiró la ya eterna Chica de Ipanema, el proceso de creación fue largo y trabajado. Tom compuso meticulosamente la melodía al piano, pensando en un musical titulado “Dirigible”. Vinicius, escribió la letra en casa, y nació titulada “Menina que passa”.

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